Capítulo 1563
Sunny corrió hacia la Fuente, temerosa del paso del tiempo. Era irónico, en realidad…
Antes de la fatídica conversación con Cassie, había estado tenso y preocupado por cómo sobreviviría la cohorte a la batalla por Verge. Ahora, sin embargo, le preocupaba que la destruyeran demasiado pronto.
Se había preocupado por Nephis, pero ahora desconfiaba de ella.
Estrella Cambiante parecía algo casi inevitable, ahora que su destino -o la falta de él- dependía de lo feroz e implacable que fuera su asalto al monstruoso Primer Buscador.
La mente humana era así de curiosa. Estaba teñida por lo que uno deseaba, haciendo que la misma cosa pareciera totalmente diferente dependiendo de las circunstancias.
Y así… Sunny necesitaba darse prisa.
Guió el queche, empujando las corrientes hacia adelante con la ayuda de la Corona del Alba. El grácil barco parecía deslizarse sobre el agua, moviéndose a una velocidad increíble. La orilla de Verge hacía tiempo que había desaparecido de su vista, y no había nada frente a él excepto la vasta extensión del Gran Río.
El aire mismo se sentía diferente aquí, en el amanecer de los tiempos. Las aguas eran traicioneras y estaban llenas de peligros. Ahora que Cassie no estaba con él, Sunny no tenía forma de saber dónde acechaba el peligro. Así que se mantenía lo más alerta posible, extendiendo su sentido de la sombra todo lo que podía.
Esa cautela le salvó la vida en más de una ocasión.
Los confines del pasado, que correspondían a los albores de la Era de los Dioses, no sólo estaban llenos de peligros extraños y letales, sino también de todo tipo de horripilantes Criaturas de Pesadilla.
Este tramo del Gran Río era tan peligroso como los lejanos confines del futuro, donde Sunny se había enfrentado a la Serpiente Azul, la Tortuga Negra, la Mariposa Oscura y las innumerables abominaciones que casi se habían dado un festín con su carne.
Aquí también había Grandes Criaturas de Pesadilla, cada una de ellas mucho más poderosa que Sunny, a pesar de todo su crecimiento. La mayoría de ellas también eran más rápidas que él y poseían sentidos que llegaban mucho más lejos que los suyos.
Sunny estaba en peligro constante. Ni siquiera podía correr más rápido que esas monstruosidades abominables… pero, por suerte, había algo en lo que era superior a la mayoría de ellos, si no a todos.
Era la flexibilidad, y ser capaz de adaptarse a casi cualquier situación.
Cuando un ser inconcebible surgió de las profundidades para arrastrarlo bajo el agua y devorarlo, Sunny invocó a las sombras y se transformó en una mariposa gigante, cargando el ketch con sus seis largas patas.
Cuando una abominación aterradora descendió del cielo, se transformó en la serpiente de ónice, escondió el ketch en sus fauces y buscó seguridad en las profundidades.
También podía adoptar otras formas, cada una útil a su manera. Por supuesto, mantener el caparazón le costaba mucha esencia, así que, temeroso de agotar sus reservas, Sunny permanecía casi siempre en el ketch, alejándolo de posibles peligros con la mano.
Aun así, ese primer día estuvo a punto de perder la vida varias veces.
Hubo un momento en que el agua bajo él hirvió de repente y se movió a una velocidad increíble, amenazando con volcar el barco. Sunny invocó al instante al Santo, utilizando su peso para equilibrar el queche, pero aquello no fue más que el principio del desastre.
Un enorme tramo del Gran Río, hasta donde alcanzaba la vista, se convirtió al instante en un furioso vórtice. La velocidad de la corriente era tan terrible que el casco del ketch casi se astilló, bombardeado por poderosas olas. Fue arrastrado lateralmente, deslizándose cada vez más profundamente en el remolino.
Desesperado por salvarse a sí mismo y a su embarcación, Sunny abrió la puerta de la Linterna Sombría e invocó a las sombras, formando el caparazón de la Mariposa Oscura. Sus enormes alas se movieron, lanzándolo por los aires. Sus seis patas se aferraron al ketch, levantándolo de las aguas embravecidas.
Por suerte, fue lo bastante rápido.
Cuando Sunny se elevó en el aire, pudo observar la causa de la catastrófica turbulencia que había convertido la corriente del Gran Río en una trampa mortal. Cuando lo hizo, su alma misma se estremeció.
Había unas fauces colosales e inconcebibles ocultas bajo las olas, que se extendían de un horizonte a otro. El terrible remolino que casi había destrozado la presa se debía a que esas fauces titánicas se abrían y succionaban una inmensa llanura de agua.
Y toda la extensión del Gran Río desapareció en las desgarradoras fauces del coloso submarino, cuyo cuerpo, misericordiosamente, permaneció invisible.
…Sunny huyó hacia el cielo, sin mirar atrás.
En otro momento, notó que el aire a lo lejos temblaba, como por el calor. Sin embargo, cuando Sunny se acercó, incapaz de evitar la extraña zona, se dio cuenta de que no había calor. El aire tampoco temblaba.
En su lugar, había fisuras en el propio tejido del espacio por encima de la corriente, ocultas por la luz del sol y casi invisibles. Si su intuición no hubiera hecho sonar las alarmas, Sunny no se habría dado cuenta de las fracturas ocultas en el mundo.
Sin embargo, cuando se percató de ellas y trató de vislumbrar lo que se ocultaba en los pliegues entre los trozos rotos del espacio, vio millones de ojos oscuros que le devolvían la mirada, llenos de hambre.
La corriente estaba arrastrando el ketch justo hacia la zona del río plagada por el espacio fracturado.
Horrorizado, Sunny adoptó la forma de la serpiente de ónice y se sumergió en las profundidades, con la esperanza de ocultarse de la mirada del abismo hambriento que se escondía en las fisuras. Sin embargo, el espacio se rompió también bajo las olas.
Sólo que allí no había ojos. En su lugar, ocultos en el espacio destrozado, había incontables cadáveres de espantosas Criaturas de Pesadilla, todos rotos, retorcidos y parcialmente devorados.
Sumergiéndose más y más en la oscuridad, hasta que la presión fue lo suficientemente aplastante como para casi destruir el poderoso caparazón de la serpiente marina, Sunny escapó también de aquel horror.
Pero había muchos más por venir.